MASACRE EN EL PABELLÓN SÉPTIMO. Nuestra opinión sobre el dictamen del fiscal Federico Delgado

El 18 de febrero tomamos conocimiento del dictamen remitido por el fiscal Federico Delgado, a cargo de la Fiscalía Federal Nº 6, al juez Daniel Rafecas, titular del Juzgado Federal Nº 3, con motivo de las presentaciones que realizamos desde el Centro de Estudios en Política Criminal y Derechos Humanos (CEPOC), acompañando la querella de Hugo Ricardo Cardozo, en su condición de sobreviviente de la Masacre en el Pabellón Séptimo, sucedida en la cárcel de Devoto el 14 de marzo de 1978.

El 25 de marzo de 2013 Hugo Cardozo se presentó ante el Juzgado Federal 3 porque allí tramitan las causas donde se investigan delitos cometidos en el ámbito al Primer Cuerpo de Ejército durante la última dictadura militar (1976-1983) Lo acompañamos desde el CEPOC en el marco de un trabajo colectivo que incluye a la Asociación Mutual Sentimiento y la Asociación Civil de Familiares de Detenidos en Cárceles Federales, que se propuso volver a hablar de aquella masacre impune en la que murieron al menos 64 presos “comunes” ametrallados, quemados vivos y asfixiados. La “causa judicial” iniciada el mismo día de la ejecución fue una mascarada, una burla a la justicia y a la verdad: el Servicio Penitenciario construyó un motín inexistente y la justicia federal (Juez Guillermo Rivarola, secretario Enrique Jorge Guanziroli, fiscal Julio César Strassera) y la justicia de instrucción (juez Jorge Valerga Aráoz) consolidaron esa construcción falsa en cientos de pliegos judiciales.

En octubre de 2013 presentamos en el juzgado y la fiscalía el caso de un posible desaparecido, de nacionalidad uruguaya, acompañando copias del Legajo 1230 de la Comisión Nacional de Desaparición de Personas (CONADEP), en el que su padre denunciaba que la última vez que había visto con vida a su hijo, había sido en la tapa del diario Crónica del 15 de marzo de 1978, en una foto relativa a la masacre. Ese joven nunca apareció y no está en la lista de 64 muertos.

Entendemos que ese hecho brutal fue un delito de lesa humanidad, porque se ejecutó sobre una parte de la población civil, una de sus partes más vulnerables e indefensas: un pabellón de presos “comunes”, encerrados bajo llave, gaseados, ametrallados y golpeados. Ese modo de actuar del Servicio Penitenciario Federal sobre ellos fue el mismo que se utilizó en otras masacres cuyas víctimas fueron presos políticos o desaparecidos: primero se inventaba una fuga, o un intento de motín, o un alzamiento, y luego se presentaba el resultado: 16 (Trelew), 30 (Pilar) o 64 (Devoto) muertos de un lado, ninguno del otro.

Las presas políticas que estaban alojadas en Devoto lo denunciaron claramente en 1979:

"La cárcel de Villa Devoto ocupa cuatro manzanas, los edificios más grandes tienen hasta 6 pisos, aquí se encuentran detenidos por causas comunes, con procesos y las mujeres presas políticas. La cárcel de Villa Devoto es considerada la más segura y con el personal más especializado en la represión. Es así que para asegurar el orden y para dar garantías de eficacia, seguridad a los militares, el 14 de marzo de 1978 el Servicio Penitenciario Federal lanza una brutal represión sobre los presos comunes, que deja como resultado la masacre de más de 60 detenidos y un gran número de quemados en grave estado.”

Los presos comunes fueron usados: para demostrar que cualquier atisbo de rebeldía sería aplastado, para aterrorizar al resto de presos y presas y sus familias y compañeros, y para dar una lección general, a dos meses del Mundial, y en el año de mayor furia represiva de la dictadura.

El fiscal Delgado -que desarrolló una importante actividad en estas actuaciones, entrevistando a sobrevivientes, familiares y testigos propuestos por nosotros-, sostiene en su dictamen que este hecho no es un delito de lesa humanidad, sino una grave violación de derechos humanos que el Estado no ha investigado como corresponde en todos estos años, pero como considera que no es delito de lesa humanidad, propone que lo investigue la justicia de Instrucción. Estamos completamente de acuerdo con su postura en cuanto a la gravedad de la situación y la falencia del Estado en su accionar judicial posterior al hecho.

Sin embargo, y aún valorando enormemente este primer paso, seguiremos insistiendo en que sí es un delito de lesa humanidad, que fue ejecutado sobre personas inermes por una parte fundamental del aparato del Estado, parte de la maquinaria de terror, como era el Servicio Penitenciario Federal, y por lo tanto insistiremos en que así se califique, y que lo investigue la justicia federal.

En menos de un mes se cumplen 36 años de aquel 14 de marzo de 1978, y ese día nos presentaremos con nuevos sobrevivientes y familiares de víctimas a pedirle al doctor Daniel Rafecas que así lo resuelva.



Mientras no haya justicia, el fuego seguirá quemando


Abogadas Claudia Cesaroni y Denise Feldman
Centro de Estudios en Política Criminal y Derechos Humanos

Graciela Draguicevich
Asociación Mutual Sentimiento

Andrea Casamento
Asociación de Familiares de Detenidos en Cárceles Federales

Hugo Cardozo
Grupo de sobrevivientes y familiares de la Masacre en el Pabellón Séptimo

Buenos Aires, 19 de febrero de 2014


Contacto: 15-4404-5299




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