Por Silvana Garbi
Socióloga, integrante del Centro de Estudios en Política Criminal y Derechos Humanos
La nueva postura Argentina en materia de drogas presentada hace unos meses por el Ministro de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos Aníbal Fernández ante la ONU que ha desembocado en que proximamente la Corte Suprema de la Nación falle a favor de la despenalización de la tenencia de drogas para consumo personal ha generado que este tema haya vuelto al debate público. Han hablado funcionarios del gobierno, periodistas, especialistas y pseudo especialistas en adicciones, en algunos casos brindando información confusa o errónea. Ciertamente mucho hay para decir sobre las problemáticas relacionadas con el uso de drogas, eso nadie puede dudarlo. Sin embargo si no revisamos los términos, los conceptos, las representaciones, las categorizaciones utilizadas cuando hacemos referencia a esta problemática podemos caer en graves y peligrosas falencias.
En un artículo del Diario El Territorio del pasado 6 de Enero se titula “Admiten que habrá más adictos si el consumo de drogas es legal”. Según el sub comisario Jorge Salinas de La Dirección de Toxicomanía de la Policía de Misiones la despenalización haría crecer la demanda generando un aumento en la cantidad de adictos y mayor violencia en los delitos. Ahora bien, si nos informamos acerca de qué se trata el proyecto de despenalización, veremos que estos conceptos merecen algunas aclaraciones.
En primer término diremos que el proyecto para despenalizar la tenencia de droga para consumo personal se refiere a sacar del ámbito policial, judicial y penitenciario el abordaje de las problemáticas relacionadas al consumo de drogas, que no es lo mismo que legalizar el consumo. Con lo cual decir que se legalizará el consumo de drogas es una falacia, primero porque el consumo en sí mismo ni está penado ni puede penarse, porque –tal como establece el art. 19 de la Constitución Nacional- el consumo (por más daño que haga) es un acto privado y por lo tanto exento de la autoridad de los Magistrados. Y segundo, porque despenalizar la tenencia no es lo mismo que legalizar las drogas. Legalizarlas sería o bien que el Estado controle o regule a las mismas (como se hace por ejemplo con los medicamentos) o bien que se permita el libre mercado tratando a las drogas como mercancías sujetas a la libre venta. Ni una ni otra propuesta está hoy en el proyecto que tiene en sus manos la Corte Suprema de la Nación. Si reparamos en lo que el proyecto refiere, entenderemos que con la despenalización no se dará vía libre al consumo de marihuana: de hecho, en cuanto a las sustancias el procedimiento será el mismo ya que a quien posea sustancias ilegales las mismas le serán decomisadas; lo que va a diferir a partir de ahora será el procedimiento que se haga con la persona. Hasta ahora, la ley 23737 establece que si una persona posee drogas y por su escasa cantidad se determina que es para uso personal puede llegar a cumplir de un mes a dos años de prisión o bien, como alternativa a esta medida deberá realizar un tratamiento compulsivo, esto es ordenado por un juez, para su “rehabilitación”. Con la despenalización se apunta en cambio a quitarle al sistema penal la jurisdicción sobre esta problemática: ya no sería la policía, ni los jueces los que deberían intervenir en estos casos, sino las políticas socio-sanitarias, educativas y culturales. De esta manera, no caería ya la carga estigmatizante del mote de delincuentes sobre quienes consuman drogas, y este me parece que es el punto central, porque al criminalizar al usuario de drogas lo que se ha hecho hasta ahora fue separarlo del sistema de salud obstaculizando la atención de los problemas asociados al consumo como también aquellos que provocan otras patologías. Como vemos el proyecto en nada incidiría en “el aumento del consumo de drogas” ni en “generar que los delitos se cometan con mayor violencia” como pronostica el sub comisario Salinas. Lo que fomenta el negocio del micro y narcotráfico es justamente el mercado negro que instituye el prohibicionismo junto a una política que hace oídos sordos a la lucha contra el narcotráfico, sin embargo esto lejos está de leerse en muchas opiniones que alertan sobre el mal llamado “flagelo de las drogas”. Por último, hacer de una sustancia inanimada la culpable de todos nuestros males no hace más que, como sociedad nos desentendamos del tema. ¿Son las drogas la que generan esta violencia o es una sociedad devastada que no da lugar a la juventud? ¿Son las drogas las que generan violencia o es el rechazo constante, la discriminación y la criminalización de una sociedad excluyente quien la genera? En todo caso el uso problemático de sustancias ilegales es un síntoma de un malestar preexistente (resulta oportuno recordar que en Misiones la pobreza ronda el 45%, siendo los jóvenes los más afectados). Entonces más que seguir bregando por que se llenen las cárceles de personas que consumen drogas –para que no solo no hagan sus tratamientos en condiciones óptimas sino que carguen el estigma de delincuente- deberíamos apostar por una política integral que no se limite solo a la “cura” de ese síntoma (que es el consumo) sino que lo aborde integralmente en su condición de sujeto. Claro está que dicho objetivo no se agota con aprobar el proyecto de despenalización: generar una red social, laboral y de salud es sin lugar a dudas la condición de posibilidad para que, junto a la despenalización se empiece a encarar una política de drogas respetuosa de los derechos humanos.
Para acceder a la nota entera del Diario El Territorio: http://www.territoriodigital.com/nota.aspx?c=5393718767323866
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1 comentario:
Estimados todo. No todo consumidor es delincuente, mas aún, diria que la mayoria no lo son. soy estudiante de Derecho de la UNC, y si, tambien soy consumidor, de marihuana. Me molesta mucho que la gente hable sin informarce y manejar datos minimos de la realidad, dejandose llebar por la prensa y las noticias amarillas. A modo de ejemplo, en Córdoba, durante el año 2007, el 60% de los recursos de tres juzgados federales fue "quemado" en causas insignificantes de consumo personal de estupefacientes, bajo la figura (de dudosa constitucionalidad) prevista en el art 14 de la ley 23737. Me parece muy importante tener encuenta ese dato, que calculo se repite en todas las jurisdicciones del país. Esto es, se gastan recursos escasos, los de la justicia, en perseguir y tratar como delincuentes a simples consumidores, gente que ejerce su divino derecho a ser libre, y que en última instancia puede ser tenido como enfermo-adicto. Pero nunca como un delincuente común. Claro que la cuestion es sumante compleja y tiene muchos aspectos muy importantes. Como por ejemplo, que lleva a toda una generacion de jóvenes a recurrir a las drogas antes que al deporte o la lectura? en que clase de mundo básio y terriblemente desolador vivimos, que los "guachos" de 10 o 12 años se destruyen con substancias no aptas ppara el consumo humano. Siempre se critican las voces que hablan de despenalizar, pero nada se dice de un modelo qeu lleva a la droga, por la desesperacion que genera. Ni que hablar de la exclusion. En esto tambien hay clases y estratos sociales. Los pibes de la villa se dan con pegamento, paco, o lo que encuentren. Ahora bien,los ""pibes bien"", que tienen acceso a drogas de mejor calidad, consumen cocaina o pastillas, que si bien no es medicina, no generan tantas consecuencias no deseadas, ni degradan tanto su organismo, por la calidad que tienen. Ademas, hay una cuestion muy llamativa con la clientela que es atrapada por la justicia. Esto es, las clases bajas!!! a mi jamas me detuvo la policia por fumar marihuna, y eso que lo he hecho en espacios públicos, lo confieso.
Otra cuestion que me parece muy importante, es el negocio que importa el tráfico ILEGAL de drogas. sin mencionar las drogas legales y socialmente admitidas, las ilegales son totalmente FUNCIONALES al sistema y al mercado. La ilegalidad de una droga la coloca en una posicion inmejorable en el mercado, respecto de una que es legal, que paga impuestos, esta sometida a controles y en cuya comecializacion interviene el Estado directa o indircetamente. Las ILEGALES, se mueven en un ámbito subterreneo, "oculto". La excusa del "riesgo empresario" mayor que implica esta situacion, es la que da los increibles márgenes de ganancia a los señores de la droga. Estos márgenes posibilitan armar redes de trafico, comprar a la policia y a los funcionarios e instalerce en los barrios, como verdaderos señores feudales que controlan, via clientilismo, el tráfico en bastos territorios.
A modo de sintesis, me parece que hace falta un debate profundo sobre el tema, pero para esto es necesario romper con los falsos prejuicios y las imágenes construidas por los médios. No creo que ,como sociedad, estemos preparados para legalizar, pero si creo que no se puede seguir mandando a la carcel a simples consumidores, ciudadanos que ejercen su derecho a ser libres y dirigirse a si mismos, sin perjudicar a otros (art 19 Constitucion Nacional), o que en última instancia son adictos, como lo puede ser un alcoholico. Y finalmente, reivindico el sagrado derecho a resistirse al mercado. Porque tengo que tener un conflicto con el Estado si planto marihuna para mi consumo personal, como si tomates o lechuga en mi huerta. No quiero depender de la bosta toxica y radioctiva que se vende en la calle y es prodicida con la explotacion de algun norteño. No sera que permitirnos cultivar nuestra cannabis es poco conveniente para quienes la venden? les dejo un cordial saludo a todos
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