Artículo redactado por Andrea Casamento (Asociación Familiares de Detenidos en Cárceles Federales, ACiFaD)
La mujer que firma estas líneas y la organización que representa, Familiares de Detenidos en Cárceles Federales, recortan con mayor nitidez a los ausentes sin aviso. ¿Por qué las víctimas del exterminio, la tortura, la humillación y el laceramiento de cada jornada son defendidas por sus familias? ¿Por qué no están los organismos de derechos humanos? ¿Y los partidos políticos del campo popular? Ni los unos, ni los otros, salvo excepciones, asumen los campos de concentración que hoy llaman cárceles. En su carta a la Junta Militar, en 1977, Rodolfo Walsh afirmó que el crimen más tremendo que cometían los tiranos, no era la aberrante violación a los derechos humanos de ese entonces, sino la miseria planificada para millones que generaba la política económica. Precisamente, de esas vidas excluidas por el ordenamiento desigual, hoy se alimentan la humillación y la muerte de fácil gatillo, picana eléctrica, submarino seco, rotura de huesos, palos en el ano, "señora desnúdese y haga flexiones" y esa inagotable variedad de ensañamientos. Los que someten y matan, a ambos lados de las rejas, son siempre agentes del Estado. Los que mueren son todos pobres. Lástima grande que sean tan escasas las manos para abrazar y detener tanto dolor. Ignorancia inmensa la de quienes niegan el carácter político a este genocidio.
En este contexto, Andrea Casamento es una de las luchadoras que vivió, entendió y asumió el problema que nos involucra a todos. ¿Qué hace? "Nosotros tenemos el teléfono y nos llaman de los penales. Ahí escuchás atentamente, y ves si hay que avisar a la Procuración, al Comité contra la Tortura o al defensor. Juntamos denuncias, algunas pueden ir al Inadi, también llamamos a la familia del preso, tratamos de contener, explicamos lo que no le entienden al abogado y denunciamos públicamente en los medios. Ahora, en la Villa Carlos Gardel asesoramos, acompañamos, porque la cosa es brava. Las torturas que se filmaron en Mendoza, no son la excepción, es la regla, porque eso sucede en todo el país. Y bueno, ante tanta bestialidad tratamos de estar juntos y organizados", narra ella.
Cualquier parecido a lo que debieran asumir los ausentes sin aviso, no es mera coincidencia.
Oscar Castelnovo
Para los que no saben, hace dos años que junto al CEPOC (Centro de Estudios en Política Criminal y Derechos Humanos) formamos una ONG, la Asociación Civil Familiares de Detenidos en Cárceles Federales. Entre otras cosas, tenemos una línea de teléfono las 24 horas (son los de dos compañeras y el mío), allí recibimos el llamado de presos y familiares.Y la verdad todos los llamados son urgentes.
Puede ser una mamá angustiada que no sabe qué colectivo tiene que tomarse para llegar a la cárcel donde visitará a su hijo preso por primera vez. Y todo lo que significa atravesar esos muros de ahora en más. O algún preso que está enfermo y no recibe atención medica, o no le llegan los medicamentos. Muchos llaman por que no se pueden comunicar con las defensorías o quisieran aunque esa un vez verle la cara al juez que lleva la causa. La mayoría dice que al juez solo lo vio en el juicio y al abogado 10 minutos antes, y después nunca más.
En los últimos seis meses recibimos 339 llamados telefónicos de personas privadas de libertad alojadas en unidades dependientes del Servicio Penitenciario Federal. El 30 por ciento correspondió a denuncias por golpes, torturas y castigos con aislamiento. Esto es solo una parte de la realidad, lo que cuentan los que se atreven a denunciar, ya que la mayoría no lo hace por temor a represalias.
Como saben, nuestras cárceles está pobladas de personas pobres, de muy bajos recursos y muy lejanos a poder entender el lenguaje jurídico, por lo tanto presos y familiares nos consultan ya que no entienden nada de lo que esta escrito en esos papeles donde figura su sentencia, ni cuales son los pasos a seguir. Solo saben que tienen que esperar, se supone que a los presos lo único que les sobra es tiempo, por lo tanto siempre ellos pueden esperar.
Yo se lo que se sufre mientras se espera, y creo que atender el teléfono es urgente. Mientras se tramita la urgencia diaria no da tiempo a la reflexión y permite justificarnos, da cierto alivio saber que por lo menos algo estamos haciendo.
Vergüenzas y urgencias
Una vez más, en este balance, me obligo a contar lo que me avergüenza. Otra vez, tengo que decir que cada vez que entro de visita a la cárcel me tengo que desnudar delante de una desconocida que con sus ojos busca algo dentro de mi cuerpo que no este permitido entrar. (Recuerdo a una chica salir en crisis de llanto de la cárcel porque nunca antes se había desnudado ante una mujer.)
En alguna oportunidad fui a la AMIA después del atentado, incluso hice trámites en alguna embajada y jamás tuve que desnudarme frente al portero del edificio por si llevaba un artefacto explosivo.
De todas maneras, como todo lo urgente en ese momento no es necesario hacerse muchas preguntas solo hay que atravesar el muro rápidamente para abrazar al ser querido y saber que esta bien, y después -con el tiempo- esto se naturaliza.
Mi vergüenza es ahora que la urgencia ya pasó, pienso cómo fui capaz de permitirlo sin siquiera cuestionármelo. Finalmente me desbordó no era la voz de un desconocido del otro lado del teléfono o el relato de una madre que desde su angustia, desconocimiento o desesperación tremenda, las cosas, excusas que necesito imponerme solo para justificar mi falta de coraje para enfrentar las cosas como son.
Esta ves vi (solo un poquito y hasta donde pude soportar), lo que jamás hubiera querido ver. Un chico de 19 años siendo torturado por penitenciarios mendocinos. No puede, no pude ver, no puedo escuchar esa burla ultrajante de los penitenciarios, realmente es insoportable para mí, no puedo parar de llorar y eso que pasaron varios días pero parece es peor por que me obliga a recordar.
No es verdad que este haya sido un hecho aislado en la provincia de Mendoza. ¡Esto ocurre sistemáticamente en todas las cárceles de nuestro país!, y está documentado en el informe anual de la Procuración Penitenciaria de la Nación, en el del Comité contra la Tortura de la provincia de Buenos Aires y de organizaciones especializadas en cuestiones carcelarias.
Hace unos días el diario Página 12 publicó como en una cárcel de San Martín los penitenciarios obligaban a los presos a salir a robar por las noches. Dice textual la nota: "Tres detenidos contaron a distintos magistrados que los sacan a robar entre la noche y el alba, con ropa y armas del Servicio, que los desarmaderos funcionan en las propias cárceles, donde también se venden estupefacientes. A quien se niega le violan la mujer o lo asesinan". Yo pregunto a cualquier madre, mujer, padre, hermano, aunque no tengan un hijo preso. ¿Por qué? ¿Por qué pasa esto en nuestro país?
¿Nadie ven la urgencia, la necesidad absoluta de que el parlamento apruebe el Mecanismo Nacional de Prevención de la Tortura en lugares de encierro, y que se piense seriamente en políticas de reinserción social?
El hijo
Mi hijo tenia 18 años recién cumplidos en el año 2004 el estuvo preso seis meses en Ezeiza, una vez me llamó después de tres días de no saber de él, era julio hacia mucho frío me dijo que estaba sancionado en los en buzones, no le daban de comer estaba en calzoncillos ya no tenia fuerzas para hacer gimnasia y así mantener su cuerpo caliente
Esa fue la única vez que me dijo que lo saque de allí por que se iba suicidar, juro que no estaba exagerando es que realmente no aguataba más.
Cada día de mi vida a partir de ese momento me digo "Yo soy su madre debí haber podido hacer algo para protegerlo, evitarle ese dolor". Mi hijo al que cuidé con el mismo amor que cualquiera de ustedes a sus hijos estaba indefenso en manos de unos delincuentes, torturadores como pudimos ver el otro día por la tele, intente todo pero nadie me creía, otra vez me estoy justificando la verdad es que no tuve coraje.
Pasaron casi 7 años, mi hijo hoy tiene 25 años pudo salir allí. ÉL es mucho más noble, no guarda rencor y tampoco quiere hablar más del tema, será la juventud lo que le da fuerza impulsándolo a seguir su camino tratando de olvidar lo que paso.
Yo no puedo, no debo y no quiero olvidarme que días antes de que a mi hijo lo acusaran de robarse cuatro empanadas , fuera preso 6 meses por este motivo negándole la excarcelación una y otra vez, a pesar de no tener ningún antecedente para salir absuelto en el juicio, fui responsable de todo lo que le pasó. Porque igual que muchos que piensan que esto nunca le puede tocar y se dejan llevar por lo que dice la televisión, firme junto a la Ley de Blumberg, entre otras cosas.
No supe como cuidar de mi hijo en su momento, pero me quedan 3 hijos más.
El Estado violador
Conocí a miles de mujeres que están atravesando por mi misma situación con sus seres queridos, culpables o inocentes, siendo sometidos por el Estado, violador de los derechos que debe garantizar, se supone nos tiene que brindar seguridad y no someter a seres humanos a estos tratos ilegales de los cuales todos somos cómplices porque lo dejamos pasar.
Es hora de parar y reflexionar: basta de quedarnos con eso de que aunque sea de a poquito estamos haciendo algo y la cosas van cambiando, lo único que cambia cuando se suman varias denuncias y hay alguna intervención judicial es el lugar de trabajo de los penitenciarios que pasan de una unidad a otra .pero a juicio y después a la cárcel común como al resto del torturadores, no va ninguno. Tenemos que hacer mucho más, porque ellos son poderosos y casi todos los medios miran para otro lado.
Cuando tenemos a un familiar preso no sabemos realmente si saldrá a vivo de allí, no hay cifras ciertas. Algunos se suicidan por que no pueden soportar las brutales condiciones y a otros los suicidan. Los tratamientos médicos se interrumpen por que no les dan los remedios. Sumado esto, está la falta de alimentación hacen que la salud se deteriore, y no es verdad que los presos reciben la misma atención medica que cualquiera de nosotras en un hospital publico.
Además, no existe política alguna de readaptación social y no hay pensados planes de inclusión ni posibilidades de conseguir un trabajo habiendo tenido antecedentes penales, ni existe la asistencia pos penitenciaria.
Sospechosos para siempre
Cuando uno tiene un familiar preso la pena se hace extensiva al resto de la familia. Los chicos en la escuela muchas veces son discriminados
Para las que tenemos trabajo, allí no se tiene que enterar por que seguramente seremos despedidas con alguna excusa.
Y en las oficinas publicas, defensorías juzgados, dejamos de ser ciudadanos con derechos para trasformarnos en la madre, hija o esposa del delincuente pasamos a cumplir la pena junto con ellos.
Cuando salen por agotamiento de pena o por que resulta que luego de un procesamiento en el juicio se los considero inocentes ni ellos ni nosotras volvemos a ser los mismos.
Seremos a partir de ahora y para siempre: sospechosos.
Andrea Casamento
Asociación de Familiares de Detenidos en Cárceles Federales (ACiFaD)
Contacto: andreacasamento@hotmail.com tel 4857-6875- 1555737824
Patricia 4838-0082
Pochi: 4305-5892 - 1540781607
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