SAÑA

Claudio David Núñez tiene 31 años.
A los 14, para defender a su madre y a su hermana de un padre policía abusador y golpeador, se enfrentó con él y lo mató, con el arma con la que el padre amenazaba a la madre.
Un juez de menores, para "protegerlo", lo sacó de su casa y lo internó en hogares de menores.
Luego, a los 17 años, cometió delitos graves: homicidios en ocasión de robo.
Fue detenido en enero de 1997, y cuando cumplió la mayoría de edad, lo condenaron a reclusión perpetua.
En las distintas cárceles donde estuvo alojado sufrió malos tratos y torturas, hizo denuncias, huelgas de hambre, escribió cartas, pidió ayuda.
También, en estos años, fue padre, terminó la escuela secundaria, aprendió el oficio de sastre y a trabajar una huerta.
Ha cumplido el plazo necesario para solicitar salidas transitorias, que quiere aprovechar para estudiar y para estar con su familia. Tiene las calificaciones necesarias: 10 en Conducta, 7 en Concepto. Hace un año que está en "Período de Prueba" en la Unidad 4 de Santa Rosa, La Pampa.
Sin embargo, le acaban de avisar que el Servicio Penitenciario Federal le enviará informes negativos al Juez de Ejecución Penal N° 2, Marcelo Peluzzi, que lo tiene a cargo, lo que en la práctica significa que Claudio no podrá acceder a esas salidas.
Su caso, como el de Lucas Matías Mendoza, César Alberto Mendoza, y Cristián Saúl Roldán Cajal, está denunciado ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. El Estado, nuestro Estado, acaba de pedir nuevamente una prórroga ante la CIDH, hasta el 19 de mayo.
Mientras tanto, la suerte de Claudio está en manos de personal penitenciario. 

Claudia Cesaroni

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